Photo Installation (2002-2020). 2 panels of 1.50 x 0.72 m. Total dimension: 3m x 0.72m.
Semi-matte prints paper mounted on sintra (5mm).
Semi-matte prints paper mounted on sintra (5mm).
Conceptual memory
In 2002 I recorded in Tijuana the action of a man of climbing “the line” (the wall border that separates Mexico from the United States) to cross to the other side. The horizontality of the wall (and the spread landscape of both photographs) denotes a disturbing immobility which is broken by the dynamism of the man's movement (and his shadow). An ilegal act is recorded with an intention contrary to the purpose of security cameras; the man's action “humanizes” the stillness of the wall plus the evocative effect of death provided by the crosses on one side of the image. These crosses commemorate deaths of others who attempted the crossing. So, the same image denotes hope and tragic destiny; life and death united to a wall that divides two worlds.
The work (photographs exhibited as an installation) allows the viewer to go beyond the mere documentary record, suggesting the continuity of the line that unites both shots. Two perspectives come together but also the literal line and the name of the wall merge into a straight line that seems to never end, which adds drama to the action of the illegal migrant.
The two analog shots (35mm negative) present a film texture that suggests a temporality (photos taken in 2002). That time reference echoes the present and sadly regains relevance in every other border with fences and walls. An absurd decision that only brings more death and misery to a world population that does not stop emigrating due to miserable living conditions, an inequality perpetrated by the builders of the walls themselves.
///ESP///
Instalación fotográfica (2002-2020). 2 paneles de 1,50 x 0,72 m. Dimensión total: 3 m x 0,72 m.
Copias en papel semi mate montadas sintra (5mm).
Copias en papel semi mate montadas sintra (5mm).
Memoria conceptual
En 2002 registré en Tijuana la acción por parte de un hombre de trepar “la línea” (muro que separa México de EEUU) para cruzar al otro lado. La horizontalidad del muro (y del recorte apaisado de ambas fotografías) denota una inmovilidad inquietante. Pero ella es rota por el dinamismo del movimiento del hombre (y de su sombra). Un acto prohibido queda registrado, pero desde una intención contraria a la de las cámaras de seguridad; la acción de ese hombre “humaniza” la fijeza del muro sumado el efecto evocativo de la muerte que proveen las cruces a un costado. Esas cruces recuerdan muertes de otros que intentaron el cruce. Entonces, en la misma imagen se da la esperanza y el trágico destino; vida y muerte unidas a una pared que divide dos mundos.
La obra (fotografías expuestas como instalación) permite ir más allá del mero registro documental, sugiriendo la continuidad de la línea que une ambas tomas. Se unen dos perspectivas pero también la línea literal y la del nombre del muro se fusionan en una recta que parece no acabar, lo cual suma dramatismo a la acción del migrante ilegal.
Las dos tomas analógicas (negativo 35mm) presentan una textura propia del film, lo cual sugiere una temporalidad (fotos tomadas en 2002). Esa marca de tiempo genera un eco en el presente y tristemente recobra actualidad, en las fronteras con vallas y muros. Decisión absurda que sólo conlleva más muerte y desdicha a una población mundial que no cesa de emigrar a raíz de condiciones de vida miserables, desigualdad perpetrada por los propios constructores de los muros.